REDUCCIÓN DE CALIFICACIÓN PAÍS

S&P Global Ratings rebajó la calificación soberana de Bolivia de ‘B-’ a ‘CCC+’ con perspectiva negativa, indicando un riesgo crediticio elevado y una vulnerabilidad considerable frente a un posible incumplimiento. Dentro de los puntos críticos tenemos:

  • Reservas internacionales netas en mínimos históricos: El nivel actual de reservas líquidas es muy bajo en relación a las necesidades de importación y pagos externos. Gran parte de las reservas está compuesta por activos menos líquidos (oro monetario y DEG del FMI), lo que limita la capacidad de respuesta ante shocks externos.
  • Pérdida estructural de ingresos por exportaciones de gas: La caída sostenida de producción y contratos afecta de manera permanente la generación de divisas y los ingresos fiscales.
  • Brecha cambiaria creciente y controles de divisas: La persistencia de una brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo es evidencia de desajustes macroeconómicos. Estas distorsiones generan incertidumbre y aumentan los costos de operación de las empresas.
  • Déficit fiscal persistente y financiamiento limitado: El gasto público supera los ingresos, y el financiamiento se apoya cada vez más en recursos internos y operaciones no recurrentes.
  • Mayor percepción de riesgo político y económico: La falta de reformas estructurales, sumada a la debilidad de los instrumentos de política económica, reduce la confianza de inversionistas y acreedores

S&P identifica que la combinación de vulnerabilidades externas y fiscales, sumada a un entorno económico y político incierto, incrementa significativamente el riesgo de incumplimiento. Los factores principales son:

  • Liquidez externa crítica: Bolivia ya no dispone de un colchón robusto de reservas líquidas para cubrir importaciones y pagos de deuda externa en el corto plazo. Esto limita su capacidad de absorber shocks adversos, como la caída de precios de materias primas o el aumento de tasas internacionales.
  • Dependencia de activos no líquidos: La monetización de oro y DEG no es sostenible como fuente permanente de divisas, y su agotamiento progresivo dejaría al país sin respaldo suficiente.
  • Entorno internacional adverso: El endurecimiento de las condiciones financieras globales encarece el crédito y dificulta el acceso a mercados, especialmente para países con calificaciones especulativas bajas.
  • Desconfianza del mercado: Los inversionistas perciben que las medidas adoptadas son reactivas y no parte de un plan de estabilización coherente, lo que aumenta la prima de riesgo país y desalienta la inversión.

Dicho cambio, no solo tiene implicancias a nivel país, también repercute a nivel empresarial. Dentro de las principales implicancias podemos mencionar:

A. A nivel macroeconómico:

  • Riesgo elevado de estrés cambiario: La escasez de dólares puede llevar a más controles, mayor brecha cambiaria y presión inflacionaria.
  • Desaceleración del crecimiento económico: Las restricciones de divisas y la caída de inversiones afectarán la producción, el empleo y el consumo interno.
  • Aumento de la vulnerabilidad externa: Ante un shock externo (por ejemplo, caída adicional de exportaciones o encarecimiento de importaciones), el margen de maniobra será mínimo.
  • Mayor costo de financiamiento soberano: Los bonos soberanos de Bolivia requerirán rendimientos más altos para atraer compradores, encareciendo el servicio de la deuda.

B. A nivel empresarial:

  • Encarecimiento y escasez de financiamiento: Las empresas enfrentarán tasas de interés más altas y menor acceso a líneas de crédito, especialmente en dólares.
  • Dificultad en la planificación de operaciones: La incertidumbre cambiaria y la volatilidad de precios de insumos complican las proyecciones financieras y la toma de decisiones.
  • Impacto en comercio exterior: Importadores tendrán más trabas para acceder a divisas, y exportadores enfrentarán costos operativos más altos y riesgos logísticos.
  • Mayor exposición a riesgo de contraparte: Empresas con contratos internacionales pueden ver exigencias de garantías adicionales o pagos adelantados por la percepción de riesgo país.

Para revertir la tendencia negativa y recuperar la confianza de los mercados, Bolivia debería implementar un plan integral con medidas en los siguientes ejes:

A. Política macroeconómica y fiscal

  • Reducción gradual del déficit fiscal a través de una racionalización del gasto público y mejora de la eficiencia tributaria.
  • Transparencia fiscal y monetaria con reportes claros y oportunos para generar confianza en inversores y organismos multilaterales.

B. Política cambiaria y externa

  • Diseñar un programa de unificación cambiaria para reducir distorsiones y recuperar competitividad.
  • Negociar nuevas fuentes de financiamiento externo con multilaterales, respaldadas por un plan de reformas.
  • Impulsar acuerdos comerciales que diversifiquen mercados y productos de exportación.

C. Diversificación productiva

  • Incentivar la inversión en agroindustria, manufactura y servicios con valor agregado para reducir dependencia del gas.
  • Promover proyectos de industrialización de litio y minerales estratégicos con participación privada y estándares internacionales.

D. Clima de inversión y estabilidad institucional

  • Establecer reglas claras y estables para inversores nacionales y extranjeros.
  • Fomentar asociaciones público-privadas en infraestructura, energía y logística.

E. Gestión de reservas y liquidez

  • Recuperar reservas internacionales fortaleciendo exportaciones y atrayendo capital productivo.
  • Evitar depender exclusivamente de activos no líquidos para sostener la balanza de pagos.

Finalmente, la rebaja de la calificación de Bolivia por parte de S&P a ‘CCC+’ con perspectiva negativa es una señal de alerta sobre el deterioro de su fortaleza macroeconómica, su liquidez externa y la confianza del mercado. Si bien el escenario actual refleja una alta vulnerabilidad, todavía es posible revertir esta tendencia mediante un plan de estabilización integral que combine disciplina fiscal, reforma cambiaria, diversificación productiva y atracción de inversiones.

La clave está en recuperar la credibilidad, aumentar las reservas y mostrar voluntad política para aplicar reformas estructurales. Solo así Bolivia podrá mejorar su perfil de riesgo, reducir el costo de financiamiento y reinsertarse en los mercados internacionales en condiciones favorables.

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