HISTORIA DEL SELLO HECHO EN BOLIVIA

Por Alberto Arze Barrenechea, Gerente General – ICAM

A lo largo de su historia centenaria, la Cámara de Industria, Comercio y Servicios de Cochabamba (ICAM) ha sido protagonista y testigo del devenir económico y social del
país. Uno de los hitos más importantes dentro de esta trayectoria fue, sin duda, la creación de la emblemática campaña “Hecho en Bolivia – Consume lo Nuestro –Emplea a los Nuestros”, una iniciativa que surgió en uno de los momentos más difíciles para el aparato productivo nacional y que, dos décadas después, sigue más vigente que nunca.

UN PAÍS EN CRISIS: EL CONTEXTO DE UNA IDEA TRANSFORMADOR


A inicios del nuevo siglo, Bolivia se encontraba sumergida en un proceso de desaceleración, con un exiguo crecimiento económico del 1,68%, fuertemente afectado por las crisis económicas de nuestros países vecinos y principales socios comerciales: Argentina –cuya recesión entre 1998 y 2002 derivó en la paridad entre el peso argentino y el dólar americano– y Brasil –cuya moneda, el real, se devaluó en más de 50% de 1998 a 1999– lo que, consiguientemente, provocó la masiva invasión de productos de contrabando al mercado nacional.

En el caso de Cochabamba se observaba un comportamiento aún más pronunciado,
con un crecimiento de apenas el 0.17% como consecuencia, además, de la crisis social
provocada por la denominada “Guerra del Agua” que tuvo lugar entre los meses de
enero y abril del año 2000, en rechazo a la privatización del servicio de abastecimiento
de agua potable municipal adjudicado al consorcio “Aguas del Tunari”.

Es así que, en la gestión de Javier Artero Pereira como Presidente de la ex Cámara Departamental de Industria (hoy ICAM), ante la ausencia de políticas públicas o de una estrategia estatal para salir de la aguda crisis; el 3 de agosto de 2001 nació la Campaña “Hecho en Bolivia – Consume lo Nuestro – Emplea a los Nuestros” cuyo Sello distintivo o logotipo–creado por los estudiantes de la carrera de Diseño Gráfico de la UPB, bajo la dirección de Jakie Artero Pereira, hermana de Javier Artero Pereira– tiene el objetivo de incentivar la demanda de productos manufacturados en el país, despertando en el consumidor final un cambio de actitud para que valore los bienes y servicios de origen boliviano; además de proteger y generar cientos de miles de empleos formales

El 27 de noviembre del mismo año, en la Sede de Gobierno, la Campaña fue presentada a organizaciones empresariales y medios de comunicación de todo el país, contando con la presencia del entonces Presidente de la República, Jorge Quiroga Ramírez.

En fecha 26 de julio de 2013, en el marco de lo establecido por la Decisión N° 486
de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), el Servicio Nacional de Propiedad
Intelectual (SENAPI), mediante Resolución Nº 3260/2013 otorgó el Título de Concesión
del Signo Distintivo “Hecho en Bolivia” a la ex Cámara Departamental de Industria; y
como consecuencia de la fusión institucional entre ésta y la ex Cámara de Comercio y
Servicios, mediante Resolución N° PI – FU –182/2021, emitida por el SENAPI en fecha 21 de septiembre de 2021, el signo distintivo “Hecho en Bolivia” pasó a ser titularidad de ICAM. En mayo de 2019, mediante Declaración Camaral N° 064/2019-2020, la Cámara de Senadores realizó un merecido reconocimiento póstumo a Javier Artero como autor e impulsor de la Campaña “Hecho en Bolivia”, mismo que fue entregado a su viuda (Verónica Arze) e hijas (Carolina y Rebeca Artero Arze).

Con 24 años de vigencia ininterrumpida, sin duda alguna, esta Campaña se constituye en la más exitosa y de mayor data a nivel nacional; posicionando al Sello “Hecho en Bolivia” como el predilecto del sector empresarial y de la población en general para enaltecer la producción nacional de bienes y servicios, luchar contra el ilícito del contrabando, así como destacar el orgullo de ser bolivianos.

Resulta paradójico que, un cuarto de siglo después, el contexto económico de crisis que atraviesa Bolivia presente desafíos muy similares a los que dieron origen a la campaña a inicios del milenio.
En este escenario, el sello “Hecho en Bolivia” adquiere una renovada importancia
estratégica. Consumir productos nacionales tiene un efecto virtuoso: genera empleo,
impulsa la economía nacional y representa una forma de resistencia frente al contrabando. Además, el sello actúa como un escudo simbólico que contribuye a la toma de conciencia sobre el impacto negativo del contrabando, el cual no deja impuestos, ni trabajo, ni desarrollo en el país.

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