EL IMPACTO ECONÓMICO DE PRODUCIR Y CONSUMIR LO NUESTRO
Por José Francisco Terán Muñoz
La industria manufacturera es un pilar importante de la economía boliviana, aunque
su peso ha oscilado en el tiempo. Actualmente representa aproximadamente el 16 % del PIB nacional, contribuye con el 17 % de las recaudaciones tributarias, genera alrededor del 9 a 15 % del empleo formal y genera cerca del 41 % de las exportaciones.
Desde mediados del siglo XX el sector manufacturero dejó de ser un eslabón menor para transformarse en un vector crucial de diversificación productiva. Sin embargo, entre 2006 y 2020 hubo una reducción gradual de su participación relativa, debido al avance de sectores como el comercio y los hidrocarburos. A pesar de ello, mantiene una resiliencia notable: entre 1951 y 2024 el PIB industrial creció en promedio 3,22 % anual, cifra algo superior al crecimiento promedio del PIB total (3,07 %).
Si bien la estrategia del Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP) promovió la industrialización como mecanismo para sustituir importaciones, generar empleo y fortalecer el valor agregado doméstico, estuvo netamente enfocado en la constitución de industrias estatales, que, según la experiencia y aquellas en funcionamiento, son deficitarias, por lo que, dejaron de lado el aparato productivo formal privado.
La industria boliviana tiene una estructura concentrada en los siguientes rubros: Alimentos y bebidas (representan el 30–35 % del valor agregado industrial); Textiles y confecciones, históricamente intensivos en empleo; Productos químicos, farmacéuticos y cosméticos; Cemento, vidrio, plásticos y materiales de construcción y, Metalurgia y maquinaria, incipientes.
Por otro lado, nuestro departamento, históricamente llamado el “granero de Bolivia”, ha transitado de la agricultura a consolidarse como un nodo industrial diversificado. Desde los años ochenta, la industria manufacturera superó en importancia a la agrícola, y desde 2011 ha experimentado un proceso de modernización mediante políticas orientadas a agregar valor local y sustituir importaciones.
❝La industria en Bolivia, y particularmente en Cochabamba, cumple un rol clave como motor de desarrollo económico: aporta al PIB y la tributación, genera empleo formal, diversifica exportaciones y enlaza las cadenas productivas nacionales❞
Cochabamba ocupa el tercer lugar en la industria manufacturera nacional, con un aporte del 18% a la industria nacional, mientras que, a nivel departamental, la industria representa el 19% del PIB Departamental. Los sectores clave en Cochabamba incluyen: alimentos (cárnicos, lácteos, conservas), bebidas y tabaco, minerales no metálicos, construcción, textiles, auto partes y química. En particular, el rubro de alimentos tuvo un crecimiento sostenido entre 2000 2015 (hasta +77 % en ese quinquenio) y en 2023 representó el 29 % del valor industrial regional.
En 2024, Cochabamba alcanzó récord histórico en exportaciones: 763 millones USD, de los cuales 548 millones de dólares (72 %) correspondieron al sector manufacturero.
La industria formal en Bolivia emplea cientos de miles de personas, genera alrededor de 600 000 empleos en el país; y, en Cochabamba, alrededor de 110.000.
El sector industrial es el principal articulador entre la agricultura, el transporte, el sistema financiero y el comercio nacional e internacional. La articulación del sector industrial con los demás rubros genera:
- Mayor valor agregado local: en vez de exportar materia prima, se industrializa y vende un producto terminado o semielaborado.
- Impulso a la innovación local: los vínculos entre empresas incentivan la mejora de procesos.
- Mayor resiliencia: cadenas integradas localmente son menos vulnerables a shocks externos (ej., devaluaciones, importaciones masivas.
La campaña “Hecho en Bolivia: Consume lo Nuestro, Emplea a los Nuestros” impulsada por la ex Cámara Departamental de Industria – Hoy ICAM -, tiene como objetivo promover el consumo de productos nacionales como una herramienta de desarrollo económico, generación de empleo y fortalecimiento de la identidad productiva boliviana.
Este eslogan no es solamente un llamado al nacionalismo económico, sino una estrategia estructural que refuerza directamente al sector industrial boliviano, con efectos positivos sobre:
a) Impulso a la industria nacional: Cuando los consumidores priorizan productos hechos en Bolivia, se incrementa la demanda sobre la capacidad instalada de las industrias locales, lo que se traduce en:
- Aumento de la producción, con economías de escala.
- Incentivo a la inversión privada en tecnología y calidad.
- Estabilidad de las unidades productivas y generación de nuevas plantas industriales.
b) Fortalecimiento del empleo nacional: La campaña tiene un componente directo en la protección y ampliación del empleo formal en Bolivia. Cada producto nacional que sustituye una importación:
- Sostiene el empleo directo en la industria (operarios, técnicos, personal administrativo).
- Activa el empleo indirecto en transporte, logística, empaques, diseño, publicidad y servicios conexos.
- Evita la fuga de divisas, al mantener el gasto interno en la economía nacional.
c) Encadenamientos productivos más sólidos y sostenibles: El aumento del consumo de productos hechos en Bolivia fortalece los eslabones de las cadenas de valor locales, consolidando vínculos entre:
- Agricultura → agroindustria → distribución → comercio.
- Minería no metálica → industria de la construcción → obra pública.
- Textiles → confección → comercialización.
- Esto no solo reduce la dependencia de insumos externos, sino que crea un ecosistema productivo más resiliente, donde los beneficios económicos se distribuyen entre múltiples actores nacionales.
d) Cambios culturales y de percepción: La campaña también busca transformar la mentalidad del consumidor boliviano, superando barreras como:
- La percepción errónea de que lo extranjero siempre es de mejor calidad.
- El desconocimiento de la innovación y variedad existente en la producción nacional.
- El hábito de consumo guiado por marcas foráneas que no tributan ni generan empleo en el país.
Al revalorizar lo “Hecho en Bolivia”, se fortalece el sentido de orgullo nacional, confianza en la industria local y responsabilidad económica ciudadana.
Sin embargo, la industria manufacturera se enfrenta a diversos obstáculos como:
- Informalidad industrial: muchas microempresas operan sin registro, con baja productividad y sin acceso a crédito.
- Competencia de importaciones: productos baratos (en su mayoría de contrabando) desincentivan el consumo de bienes nacionales.
- Falta de tecnología y capacitación: limita la eficiencia y la innovación.
- Costos logísticos y regulatorios: transporte caro y trámites burocráticos reducen competitividad.
A pesar de dichos obstáculos, existe potencial significativo en la adopción de tecnologías de la “Industria 4.0” (IoT, IA, automatización) para dar impulso a la competitividad.
❝Para consolidar el impacto del sector manufacturero, es imperativo fortalecer políticas industriales, promover el consumo de productos nacionales, avanzar en modernización tecnológica y asegurar eficiencia en grandes inversiones❞
Finalmente, la industria en Bolivia, y particularmente en Cochabamba, cumple un rol clave como motor de desarrollo económico: aporta al PIB y la tributación, genera empleo formal, diversifica exportaciones y enlaza las cadenas productivas nacionales.
Para consolidar su impacto, es imperativo fortalecer políticas industriales, promover el consumo de productos nacionales, avanzar en modernización tecnológica y asegurar
eficiencia en grandes inversiones (como la siderurgia y la agroindustria). De esa manera, se podrá aprovechar plenamente el potencial regional y nacional, fortalecer la soberanía económica y generar desarrollo sostenible con impacto social real.